Primer día de octubre. Doce cuarenta y cinco (p.m.). Por fin Octubre. Otoño ya. También es viernes, por fin viernes. Los tres últimos días los he pasado en el laboratorio y cuatro de la semana pasada. A lo largo de varios días he copiado en torno a treinta fotografías y aún no he terminado, me quedan virajes y algunos retoques. Una de las fotografías copiadas es ésta, la de hoy. He realizado dos copias de 46,5 * 58,2 cm. La he positivado porque me gustaba bastante. Podía haberla escaneado y después archivado el resultado (alternativa más barata, pero menos placentera, sin duda). El laboratorio resulta muy caro, tanto económicamente como en energía empleada, pero es la única forma (en mi caso) de seguir sintiéndome fotógrafo. Es sencillo: si realizo una copia, la construyo como soporte físico con mis manos y mis sentidos, ayudado de materiales físico-químicos. Si no, no tengo nada, sólo una hipótesis de imagen, una opción virtual. No toco nada, no huelo nada, no me contento o me irrito con nada. La copia, todavía con un ligero olor a químicos, podré mirarla hasta hartarme. Luego, si me sigue gustando, mucho, la enmarcaré y la colocaré en una pared donde pueda seguir viéndola; si no, la meteré en un cajón para el resto del tiempo y probablemente no vuelva a acordarme de ella, pero en mi olvidadiza memoria sensible permanecerá y eso me ayudará a vivir. Así, con estas cosas tan sencillas, consigo no volverme loco…
26 OCTUBRE 2010
© 2010 pepe fuentes