Sigo con la temática religiosa. Teóricamente, al no haber pedido el amparo «espiritual» de ninguna religión conocida y famosa (o secreta), y que tenga establecimientos abiertos en mi entorno, es paradójico (o quizá absurdo) que le dedique tanto tiempo y atención. Las razones son varias, me parece; una de ellas puede que tenga relación con el hecho de que, en mi niñez, estuve sometido a las prácticas habituales del catolicismo: confesión, penitencia, comunión, catequesis, absurdas oraciones, y otras catarsis sobre delirantes culpabilidades. Por si fuera poco, muy joven, me casé por el rito católico y me sometieron a unas charlas de adoctrinamiento coactivas y humillantes. Me dijeron: -o vienes a la catequesis o no te casamos- (claro, la familia en pleno quería boda católica, faltaría más). No debían estar muy contentos con mi nivel de conocimientos y compromiso cuando, en el momento de bautizar a mi hijo (seguía siendo muy joven), menos de un año después, el cura de mi jurisdicción (era el mismo de antes), volvió a la carga y me planteó radicalmente: -o vienes a la catequesis o no le bautizamos- (claro, la familia en pleno quería bautizo, faltaría más). Entonces, yo era un pobre diablo que no sabía nada de nada; o al menos no supe cómo rebelarme ante tanta estupidez. Tres años después murió mi padre (seguía siendo muy joven), y un cura imperativo y desvergonzado vino a mi casa y nos ordenó rezar a todos los que le velábamos (daba por hecho de que todos éramos de su cuerda). Cuando mi madre agonizaba en la habitación de un hospital, el cura, asalariado del hospital (supongo), entraba y salía de su habitación cuando le daba la gana. No sé para qué. En fin, todas esas pequeñas y grandes afrentas, unidas al hecho de que he vivido en un contexto cultural católico, hace que me llamen poderosamente la atención las manifestaciones de los practicantes de esa doctrina. De las otras, también famosas, casi nada sé. Otra de las razones radica en el hecho de que me interesa mucho fotografiar personas, y ahí aparecen ellos, los católicos, a los que les encanta desfilar por la calle, y en esos momentos de trance y ostentación espiritual se dejan fotografiar. Les gusta exhibirse como a todos (a mí también me entusiasma, pero no tengo religión que me saque de paseo). Naturalmente, esta serie sólo se titula: -los católicos-. Podría haber añadido el adjetivo -adustos-, por ejemplo, o cualquier otro sinónimo, pero no hace falta porque ya se sabe y además se sobrentiende viendo la fotografía de hoy. Cioran, que pensó mucho en las debilidades humanas, escribió: «Todas las religiones son cruzadas contra el sentido del humor».
18 DICIEMBRE 2010
© 2007 pepe fuentes