Las fotografías realizadas en los viajes, quizá, al menos en el caso del «fotógrafo», sólo sean -Recuerdos de viaje- (así se llama esta serie, según me dice). Pues eso. Cuando viaja siempre quiere hacer fotografías memorables, de calidad, únicas, originales, poéticas, muy «artísticas». Fotografías que construyan y alimenten el mito con el que sueña: ser un Artista (nada menos). Pero claro, eso es imposible si no se dispone de un gran talento. Pretende hacer fotografías artísticas, pero en la mayoría de los casos le salen -fotografías-recuerdo-. Se lo digo y, aunque no es tan simple como para no saberlo, no le gusta nada. Se calla y se mantiene en un mutismo obstinado acompañado de mal gesto. El «fotógrafo» es un tipo inestable, de reacciones infantiles. Cuando no le salen las cosas, o le dicen algo que no complace a su primaria vanidad, suele enfadarse y mostrar ostensibles gestos de desagrado hacia los demás. Él sabrá, a mí me da igual. Creo que me estoy apartando del propósito, pero es que no tengo mucho más que decir de sus «postalitas». Para quitarme presión seguiré con una cita de un escritor catalán (son varios los que me gustan, bastante):
«No obstante, memoria es, también, el nombre clásico de la imaginación: recordamos lo que somos capaces de imaginar y todos los recuerdos son imaginarios, sobre todo los que se apoyan en fotografías, escenarios imaginarios cargados de dramatismo en los que se apoya el mortal contemporáneo para darse sentido». Félix de Azúa.
15 ENERO 2011
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