Tengo un plan y un aliado inadvertido; tanto, que murió el nueve de noviembre de mil novecientos sesenta y ocho, a los ochenta y tres años: Antonio Porchia. Escribió mucho y breve sobre la muerte: «Cuando yo muera, no me veré morir, por primera vez». Disfrutaré con Porchia, con su inabarcable sabiduría y la insondable belleza de sus voces. Penetra en lo más hondo y recóndito del ser humano ayudándose tan sólo de unas escasas, y enjutas, y misteriosas palabras. Asombrosamente, también suntuosas y barrocas. Pretendo reunir en capítulos algunas de sus voces y buscar fotografías que puedan acompañar sus misterios. Me he asomado a la idea y he sentido una inmensa impotencia: –lo que pretendo es sencillamente imposible-. No tengo imágenes que tan siquiera se aproximen lejanamente a su vibración y aliento poético. Pero, ¿y qué? Lo haré de todos modos. El problema es que me llevará tiempo y eso sí, como siempre, no haré ni una sola fotografía ilustrativa, ninguna que no proceda de la fotografía en sí misma. Si ideas y fotografías coinciden, bien, y si no, pues nada. La fotografía hecha es soberana…hará prevalecer su irrefutable existencia…
12 MAYO 2011
© 2007 pepe fuentes