Estoy terriblemente cansado de mí mismo. Me siento incapaz de hacerme un regate y enfocar mi mirada (y sobre todo mi escritura) a hechos y percepciones que estén fuera, que sean extraños a mi propio ombligo, como por ejemplo: «ciclistas con ruedas pinchadas, tunos (de los que tocan y cantan) tuertos, mujeres con ceñidos vestidos rojos que han perdido la gracia de vivir, mujeres jóvenes feísimas y tristísimas que caminan por caminos a ninguna parte cargadas con mochilas vacías, hombres con un brazo tatuado y otro no, matrimonios que caminan a varios metros de distancia el uno del otro (da igual quién vaya delante), hombres que temen el acoso sexual de otros hombres, mujeres que únicamente desean a otras mujeres (también llamadas lesbianas), hombres que despachan productos fotográficos displicentemente y además se equivocan, gimnastas que quieren ser bomberos (y viceversa), mujeres que desean ser madres (y otras que no), gentes que vienen de Polonia y son felices en Guadalajara, matrimonios maduros que se afanan en comer en silencio, hombres y mujeres (también maduros) que visten sus mejores trajes para pasear por el pueblo de una a tres de la tarde, actrices vocacionales que nunca serán estrellas«…Así son las cosas que a veces veo y me depara el hecho de levantarme todas las mañanas…Después de todo, la vida puede que tenga sentido; y además es graciosa.