He terminado una fase de mi trabajo en el «cuarto oscuro» (en realidad aún me queda un día más), luego vendrán otras fases y bastante tiempo más hasta que consiga terminar con esta última tarea. He positivado Trescientas Treinta y Dos Fotografías y realizado Seiscientas Doce copias de Dieciocho por Veintisiete Centímetros y Medio, en Tres Meses de Trabajo. Ahora revisaré copia a copia antes de pasar a la fase siguiente: lavados y virados. Muy probablemente tendré que descartar y repetir más copias de las que me gustaría. El otro día dije que en el «cuarto oscuro» anoté algunas ocurrencias que no sabía qué significaban. Bien, escribiendo ahora he sabido qué quise decir con esta idea: «Hay que ser generoso con lo que se hace, con lo que estás comprometido». Con la fotografía, como con cualquier otra cosa en la que nos empeñemos, tenemos la obligación moral de entregarnos hasta donde podamos. Ejemplo: hace días, echando un vistazo a unas fotografías de amigos fotógrafos que me han ido regalando, pude comprobar que una copia de poco más de veinte años estaba dañada por un proceso de fijado y lavado defectuoso; eso es inadmisible, porque el tratamiento, aunque engorroso, es sencillo. Afortunadamente, mis copias de más de treinta años colgadas en alguna pared de mi casa, están tan espléndidas como el primer día. Pero claro, muchas de mis fotografías están viradas al carísimo cloruro de oro, sólo para acabar en una caja. No concibo el compromiso de otra forma.
23 MAYO 2011
© 2003 pepe fuentes