Y las monjitas no sabían que yo era un fotógrafo «artístico» con una película muerta, aunque incorrupta IV. –Una más– me pidieron, con el Alcázar al fondo (apenas se veía desde donde estábamos); -cómo no-, y les hice esta horrorosa fotografía. Nosotras vivimos en Torrijos, me informaron. –Muy bien-, les contesté con una amplia y cordial sonrisa. Una vez perpetradas las dos fotografías, me pregunté ¿y ahora cómo sigue esta historia? No permitieron que me atormentara con el dilema, porque la que llevaba la iniciativa me preguntó: ¿podríamos tener las fotografías? –Sí claro, si me dicen dónde se las envío-, dije mintiendo descaradamente, pero como he dicho antes, quería ser amable con unas mujeres tan desenvueltas y confiadas. –Le daremos una estampita-, me dijo, -en la que está la dirección de correo electrónico donde puede enviárnoslas-. Efectivamente, la estampita era de diseño antiguo pero no faltaba la dirección electrónica. De doble página, pequeña, y con una imagen sepia de la fundadora de la congregación: La sierva de Dios Teresa Enríquez (mujer bellísima, por cierto), a quien el Papa Julio II dio el apelativo de la Loca del Sacramento, en el siglo XVI. Parece ser, según dice la «estampita», que su cuerpo permanece incorrupto desde 1529 (es una de las razones por la que no quiero que me incineren, para dar una oportunidad a mi cuerpo de convertirse en incorrupto y mantenerme siempre reconocible, porque, además, con un poco de suerte, me beatifican por mi buena disposición hacia el mundo y las monjitas). Ella, por ejemplo, la Loca del Sacramento, está ahora en proceso de beatificación, según dice el texto de la «estampita». Un poco tarde, tal vez, pero si finalmente lo consigue, sería fabuloso y merecido para ella. Supongo. Impresionante…
P.S: como se puede observar por la fotografía, el comportamiento de una película muerta, aunque incorrupta, es lamentable.