…Son las ocho de la mañana de un día que bordea peligrosamente el invierno, y la luz ha decaído, por fin, irremisiblemente. Me gusta esa sensación de intimismo y recogimiento que ofrece la oscuridad. Prefiero esperar el día desde la penumbra, que desde la luz abrumadora que ha llegado antes que yo. Hoy me cuesta encontrar una fotografía «temática», así que me ocuparé de algo tan inaprensible (en mi caso) como el estilo. Obviamente, no soy Madoz, ese maestro del estilo inconfundible. Hay muchos más. En realidad ningún fotógrafo alcanza la notoriedad sin un estilo y una temática claramente definida. El mundo físico es inabarcable. Las personas humanas también. Y los animales. Y las cosas. Cuando me coloco con mi cámara entre las manos frente a todo eso, hay demasiadas posibilidades que me atraen y claro, como no podía ser de otro modo, me disperso y el estilo se va a la mierda. La paradoja consiste, y ahí estriba la catastrófica y curiosa insuficiencia, en que, a pesar de que fotografie muchas cosas, personas y animales, esencialmente no veo –todo-, aunque me aplique en mirar, y así no consigo penetrar profundamente en la verdad del mundo, ni de las personas, ni de las cosas. Tampoco de los animales. Por eso soy un fotógrafo con una notoria debilidad de carácter. Y de estilo. Hoy una fotografía que es así, sin ESTILO (podría hacerla cualquier visitante del zoo, anónimo y sin propósitos)…
24 NOVIEMBRE 2011
© 1999 pepe fuentes