…Ayer podía parecer que la elección de la cita de Kandinsky, plena de ingenua y valiente sinceridad, suponía una actitud irónica hacia el arte Abstracto y no, ni mucho menos, lo que únicamente me sucede es que me parece que a la fotografía le pilla un poco a trasmano, aunque no sea imposible jugar y conjugar esa posibilidad. Por si fuera poco, los abstractos suelen ser muy artistas, dado que se adentran por los casi insondables territorios de la especulación intelectual y al mismo tiempo se abandonan a pulsiones salvajemente viscerales. De esa formidable y aterradora contradicción nace la abstracción, especialmente en pintura. Para mí, cuanto más visceral y menos intelectual, mejor. No me habría disgustado ser un fotógrafo abstracto, aunque me habría sentido insatisfecho, porque a mis imágenes les faltaría la vida que transmite la mano temblorosa del artista poseído por algún tipo de verdad. Precisamente lo que les ocurría a los más insignes expresionistas abstractos del siglo pasado, que se autodestruían consumidos por la pasión. Mi Mamiya, tan tradicional, precisa y calculadora, sería una mala compañera de viaje, porque su aséptica y desapasionada intermediación haría peligrar la revelación de mis convulsiones (cuando, afortunadamente, me asisten). No recuerdo ahora fotografías abstractas emocionantes, y sí algunas terroríficamente aburridas.
8 DICIEMBRE 2011
© 2006 pepe fuentes