…Capítulo 5. Mi libro era, siguiendo con premios nobel: Para vivos y muertos, de Tomás Tranströmer; una edición de Hiperión de 1992, que compré entonces, que no había leído, y que ahora había desempolvado, asombrado de que me pudiera interesar por este autor casi veinte años antes de que empezara a ser conocido como consecuencia de su premio. Pero bueno, a mí me salen las cosas indudablemente peor que a Muñoz Molina, que, por cierto, el otro día escribía que tampoco había leído todavía a Tranströmer ¡Que no lo hubiera leído yo, vale, pero Muñoz Molina!, me dije perplejo…
14 DICIEMBRE 2011
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