…Capítulo 8. Llegué a la estación de Atocha en treinta minutos. Iba pertrechado de todo tipo de aparejos y objetos (como no salgo nunca de mi casa, me proveo de todo lo que puedo necesitar en tan intrépida incursión por el mundo supuestamente real), a saber: mi ipod, que seguía inyectándome blues en las orejas, un chaquetón, gorra negra, gafas de sol para la calle y otras expresamente graduadas para ver exposiciones (de arte), guantes, un libro (el de Tranströmer), una libreta para notas (que sabía que no utilizaría, pero que me hace sentirme un poco artista), mi cámara pequeña montada con un gran angular y cargada con Ilford 3200 (también me ayuda a pensar que me «realizo» y que soy útil a mi causa). Si hubiera portado una cámara digital, las fotografías de estos días serían del viaje, en tiempo real, y eso quizá estaría bien porque me parecería más a un lógico y sensato foto-reportero que a un tipo con ansias artísticas, un poco trasnochado, me temo…
P.S: ah, claro, como no llevaba cámara instantánea las fotos que están apareciendo, nada tienen que ver con mi experiencia viajera del treinta de noviembre.
19 DICIEMBRE 2011
© 2008 pepe fuentes