…Y el fin práctico e inmediato de esa imaginada exposición imposible, es, por supuesto, alimentarme de energía adicional para hacer lo que estoy haciendo. Claro, luego, cuando salga de mi refugio, hacia finales de Abril, se me olvidará el sueño, porque ya no lo necesitaré y porque la posible realidad (no sé muy bien lo que significa esa palabra tan manida), se encargaría de situarme en mi poco halagüeña circunstancia: soy absolutamente desconocido para el mundo expositivo (y para todos los demás). Por si fuera poco, también necesitaría dinero para el montaje (que no tengo). Además, ineludiblemente, una sala de paredes blancas (o negras), de la que no dispongo ni estoy dispuesto a buscar, porque no sé cómo se hacen esas cosas. Voy más allá: parece lógico pensar que, una vez colocadas en las paredes blancas (o negras) las –50 pequeñas fotografías áureas-, deberían venir las gentes a verlas pero, intentarlo o mover un solo dedo para que así fuera, está absolutamente fuera de mi alcance y de mis ganas… Si alguien me lo encargara imperativamente (yo no me daré esa orden ni mucho menos), respondería como un nuevo Bartleby: –preferiría no hacerlo-…
21 FEBRERO 2012
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