Hoy, miércoles, es un día regalo sorpresa de los dioses o del tiempo cronológico. Un obsequio que siempre me pilla distraído y que no sé muy bien dónde colocar en el estante de mi vida. Desde el trece hasta ayer, nada menos que quince días, me he dedicado en este diario (sangre de mi sangre, tiempo de mi tiempo), a escribir de lo mismo. Siempre lo mismo. Lobo Antunes dice que nunca lee lo ya escrito y publicado. Yo tampoco. La publicación es el momento o la línea que separa lo que aún es una posibilidad en gestación, de lo que ya ha nacido y por lo tanto pasado, pasto de olvido. Lobo Antunes publica libros y yo este diario. Viene a ser lo mismo, salvo por el dinero y la fama (y el talento). Claro, el no volver sobre lo hecho puede traer como consecuencia anómala repetir y repetir. Siempre lo mismo. Lo escrito estos días me resuena en la memoria y quizá debería haberme esforzado en buscar otras preocupaciones (para eso este diario, que debería ayudarme a no estancarme). Pero como también se trata de ir contándome lo que voy viviendo y ahora toca -cuarto oscuro-, pues eso, es lo que hay y no otra cosa. Son la ventajas e inconvenientes de llevar la vida que llevo y, si además la escribo, estoy al descubierto con todas mis vergüenzas a la vista (pero que como la carta del relato de Poe, nadie ve). Hoy, día de regalo cósmico, tendría que traer al diario mi fotografía más bella, o la más espantosa, o la más fantasmal (la elegida), que tiene que ver con lo escrito este mes y con todo lo demás. Enumeración de los elementos que aparecen en ella: mi apreciada ampliadora Beseler 23CII y el espléndido marginador, Beseler también. Mesa comprada a un amigo anticuario hace treinta y dos años y que procedía de Auxilio Social (postguerra). Pared derecha, fotografía de mi madre, que preside mis sesiones de –cuarto oscuro-, y que aún debe estar preguntándose en el más allá qué mal pudo hacer para traer al mundo a semejante tarado. Pared izquierda, fotografías que me hizo mi amigo Manolo Elegido en una sala donde expuse cien fotografías hace muchos años ya. Techo, a la izquierda también y apenas visible, mi ectoplasma de compañía que ese día se sentía titubeante y medroso, y apenas si se hizo visible. Fin de este mes, tan corto y tan largo al mismo tiempo.
29 FEBRERO 2012
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