…Y, como se puede hacer eso? De ninguna forma en especial, salvo «no hacer nada sin alegría«, Montaigne otra vez. El otro día por la tarde, por ejemplo, me fui con los bártulos de fotografiar (cámaras y atrezo) al campo y asalté una finca abandonada ya conocida desde hace unos años (me encanta hacer eso, es como jugar a ser uno de los malos). Cuando estaba recorriendo las ruinas y empujando puertas arrumbadas, detrás de un murete medio caído, apareció una oveja que languidecía sola. Nos miramos asombrados y perplejos y nos cruzamos la misma pregunta ¿y tú qué haces aquí? Permanecimos paralizados durante unos instantes. No nos sentimos extraños, sólo sorprendidos, porque pertenecíamos al mismo sinsentido. Ella mantuvo una mirada fija en mí que no pude sostener. Creí que estaba solo y no, había una oveja que me suscitó zozobra e inquietud. Comencé a temer no poder llevar a cabo mis inciertos propósitos…
26 MARZO 2012
© 2005 pepe fuentes