…Me senté en una piedra a contemplar el silencio y los ásperos cerros circundantes. La dicha nunca es completa. Apareció un ciclista deportivo y subió la cuesta sin descanso. Se sentó un rato. Luego se puso de pie y miró al horizonte. No sé qué podría pasar por su cabeza, pero me imagino que se sentía satisfecho por haber llegado tan arriba sin ayuda. Ni se me ocurrió acercarme para preguntarle qué opinaba o qué pensaba. Sólo deseaba que se largara cuando antes. Perturbaba el inmenso placer que sentía en esos momentos, allí, sentado al sol, dejando que la mirada recorriera despaciosamente el ascético paisaje. Supongo que se lo hice saber de algún modo, porque se fue rápidamente…
5 ABRIL 2012
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