…La inmersión en esa, para mí, lejana realidad aparentemente inocua, no lo sería tanto según comprobé enseguida. El aire que recibía en la escafandra, aunque parecía neutro y respirable, estaba infectado de sustancias tóxicas que se concentraban y atacaban furiosamente a mi vulnerable sentido estético y delicadeza de espíritu. La sucesión de «momentos compartidos», hacía que fuera respirando peor y peor. La gente actuaba y actuaba; y hablaba y hablaba; y se conducía como eran y, lo que es peor, como deseaban ser. En esos casos, mi resistencia y paciente estoicismo se va a la mierda y entonces me contraigo y retuerzo de malestar y mi cara se tensa y mi cuerpo se afloja y no duermo bien mi tranquilidad se altera y mi quebradizo equilibrio se desajusta y todo es un jodido desastre…
4 MAYO 2012
© 2012 pepe fuentes