…Pero no tenía alternativa, sólo había una actitud posible: resistir procurando sonreír. Claro, mejor sonreír que no; es terapéutico. También podía esconderme el mayor tiempo posible, pero eso no era políticamente aceptable y, además, me habría estresado aún más. En esas precarias circunstancias no soy capaz de fotografiar. Tampoco escribir, y apenas leer. Tampoco pensar, máxime teniendo en cuenta que no es precisamente una actividad que me sea propia. Por si fuera poco, las sonrisas me salían algo forzadas…
7 MAYO 2012
© 2012 pepe fuentes