«…la cámara, montada sobre el trípode, se disparaba sola cada vez que una paloma muerta se posaba. En otras habitaciones, las palomas vivas zureaban y revoloteaban, pero esas, a mi cámara y a mí, no nos interesaban en absoluto. Fin de la absurda secuencia: -y las palomas volaron después de muertas-. Artística, naturalmente
9 AGOSTO 2012

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