…Cuando nos acercábamos a aquel desolado caserón, en pleno campo abandonado, a unos trescientos metros, en una elevación del terreno, vimos una furgoneta y dos hombres que se movían, aparentemente haciendo algo. No tenía sentido porque el descampado carecía de cualquier interés. Dejamos el coche entre unos árboles y confiamos en que no nos hubieran visto. Entramos en la casa discreta y rápidamente y descargamos el equipo y algo de atrezo. Cerramos la puerta por dentro para evitar indeseables sorpresas…
3 OCTUBRE 2012
© 2012 pepe fuentes