…Los vagabundeos desordenados me tranquilizaron (esta palabra la escribí a las trece y veintiséis, exactamente), lo cual suponía que no me había deprimido, luego tampoco me suicidaría. Todo estaba bien entonces. En media hora dejé la «alta actividad intelectual» e hice unos ejercicios físicos, también las malditas abdominales que aborrezco pero que todavía me permiten subirme a escaleras inestables y no caerme; por el momento. Eso está bien -me dije-. Más tarde, hice la comida, comimos, y después al «estudio«, otra vez…
7 DICIEMBRE 2012
© 2012 pepe fuentes