…No se debería morir en lugares excesivamente iluminados. El mundo tendría que organizarse en espacios consustanciales a los ciclos vitales: luz para nacer; colores fuertes para adornar el tiempo de la loca y exuberante inconsciencia; también temperaturas acogedoras donde gozar de la intensidad que posibilita la madurez, y así, poco a poco, ir llegando desde la calma del gris suave hasta el negro profundo o el blanco gélido del vacio, donde el morir sea un acto de intensa y natural emoción…
24 DICIEMBRE 2012
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