DICCIONARIO IMPROVISADO E INNECESARIO
ZURRAR: A mí me zurraron mucho cuando era pequeño, y eso que era un niño «modelo«, según decían mis tías abuelas. Sí, porque ese parentesco es el que más conviene al ego del niño. Al fin y al cabo las abuelas están más involucradas y a veces puede que duden y piensen si no serás un bobo, un niño un poco tontito, y generalmente tienen razón porque los niños son un coñazo. Sin embargo, las tías abuelas, como te ven poco, pues nada, a frivolizar sobre tus supuestas virtudes y a propinarte sonoros y repetidos besos. Bueno, a lo que iba, a mí me zurraron mucho, a saber: manotazos en la cabeza, mi madre (por cierto, en esos casos mi padre la decía: -no le des en la cabeza-; luego ya, mi padre, que era muy intuitivo, sabía que era la parte más débil de mi cuerpo); golpes indiscriminados, mi padre (sólo una vez); bofetadas, golpes con un mechero metálico en la cabeza y pellizcos en la entrepierna, un maestro (debía ser un poco marica) que tuve a los nueve años; luego, tres maestros, uno cada año (estos debieron recibir clases de maltrato, las mismas los tres, o simplemente lo hablaban entre ellos), todos hacían lo mismo: bofetadas, golpes duros con un palo en las manos extendidas y azotes violentos con una regla en el culo, e incluso tirones de pelo (se llamaban: Francisco, Adelio y Pablo); luego, durante los dos años siguientes, un tal Jerónimo, me dio tantas bofetadas que no podría contarlas por mucha imaginación que pusiera en el intento; otro (no me acuerdo de su nombre) nos pastoreaba con una vara siempre en la mano, larga y cimbreante, que provocaba un intenso escozor seguido de dolor persistente; también hubo un cura (profesor de latín) que daba capones con los nudillos en la cabeza, esto, que no parece gran cosa, como lo hacía con muy mala leche, resultaba bastante doloroso. Resumiendo, me pegaron fuerte y con frecuencia desde los tres hasta los quince años (lo curioso es que no me hiciera un asesino en serie). Será por eso por lo que no tengo ninguna confianza en el género humano; ah, y probablemente, también, que no aprendiera nada de esos supuestos y violentos pedagogos degenerados e hijos de puta a los que nada había hecho (naturalmente, excluyo a mis padres porque ellos me querían, supongo). En la fotografía uno de los escenarios de la infamia, fotografiado treinta años después. Y ahora Ambrose Bierce: ZURRAR: Amonestar, protestar o persuadir con un garrote.
27 FEBRERO 2013
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