18 ABRIL 2013

…Viernes, cinco de Abril. Ocho y media de la mañana. Ayer terminé de ordenar y guardar las copias realizadas en cinco meses de cuarto oscuro (una media de dos copias por foto, es decir, algo más de quinientas). Por la tarde pensé un rato en qué fotografiar a partir de hoy. No se me ocurrió nada. Eso sí, preparé el equipo y película para empezar en cualquier momento. ¡Ah, si además supiera hacia dónde encaminar mis atribulados pasos, sería la leche!– me digo-. Una de las cuestiones que me preocupan es que, cada minuto que pasa, noto que sé menos de lenguaje fotográfico. Me parece obvio que la fotografía está atravesando una profundísima crisis de identidad o, como mínimo, está en una fase de transición y reinvención en la que aún no ha definido qué dirección tomará (si es que tiene que tomar alguna). O más bien, y dicho de otra forma: los fundamentos teóricos y sobre todo técnicos en los que se conformó a lo largo de cien años, sus primeros cien años de historia, se han disuelto rápidamente en el magma tecnológico y ahora hay que reformularlo todo de nuevo. Pero yo no me apunto a eso, por varios y radicales motivos: uno: aún no he terminado de hacer lo que pretendía con los viejos y antiguos medios; dos: no me siento capaz de reformular nada; tres: no tengo tiempo; cuatro: no me da la gana. Dicho queda…