…Me pareció un cura bajo los efectos de una brutal borrachera. A duras penas se le entendían algunas palabras inconexas. Balbuceaba con un hilo de voz sobre su hastío, sobre su pérdida de la Fe, que se había esfumado con el primer embate de una medrosa razón. El paso del tiempo le había despojado de los ropajes del artificio con los que había representado, durante demasiados años, la insulsa e inaudita ficción de una imposible vida eterna. Por si fuera poca su calamidad, me dijo que se había quedado sin su ocasional compañera de juegos eróticos y sin el regazo que le prestaba para que reclinara el vacío desde que sintió el sinsentido de sus creencias. Su amante, se había cansado de la sombra de culpa con la que oscurecía su relación y se había fugado con un alegre y despreocupado consumidor de viagra. La percha vacía de su vestido aún seguía colgada a su lado, como último testimonio de una presencia consoladora y perdida para siempre…
28 MAYO 2013
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