«La libertad por sí sola no garantiza una gran obra. El gesto libre tampoco. Por el contrario, la improvisación suele convertirse en un aspaviento torpe, vulgar o estereotipado. Los dadaístas lo sabían y para salir de esa encrucijada aniquilaron el arte. Sin arte, hombres y mujeres ya no tenían necesidad de pulir su talento. El resultado era la vida, vida libre, vida libre sin arte. Es decir, vida monótona y pedestre, en la que haciendo uso de nuestra libertad repetimos los gestos torpes y estereotipados que nuestro talento no cultivado nos permite reproducir». Carlos Granés
9 JULIO 2013
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