Un día: treinta de Mayo. No teníamos planes en especial para esa mañana, así que decidimos darnos una vuelta por la ciudad. Las calles estaban abarrotadas de gentes con el propósito de ver el acontecimiento religioso, eternamente repetido; sí eso que ellos llaman Corpus Christi, y que al parecer consiste en una especie de truco o magia o sugestión ceremonial o enajenación colectiva por la cual, todo el mundo que asiste se cree que el cuerpo, divino e invisible, de cristo o dios, no lo sé muy bien (cuando comencé a ir al colegio me explicaron lo de la santísima trinidad y luego contaba muy ufano que ya me había enterado de que había tres dioses, se reían de mí y yo no lo comprendía, y sigo sin entenderlo porque sigo pensando que son tres, como mínimo), se pasea por las calles en una lujosa «capillita móvil«…
13 JULIO 2013
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