…El mismo día: después de recorrer muchas calles por las que pasarían las gentes disfrazadas de creyentes en un Dios posible, porque a ellos les funciona (vale lo que sirve), y ya dispuestos a irnos sin ver la inmutable representación (sólo cambian las caras porque, a los que van muriendo, les sustituyen otros de caras parecidas, y cuando estos también desaparecen vienen otros y otros; nunca se acaban, y así por los siglos de los siglos), casi al final, encontramos un espacio minúsculo, a la vuelta de una esquina (siempre a vueltas con las esquinas) y decidimos quedarnos, incrustados entre gentes desconocidas. Me parapeté detrás de la silla de ruedas de una señora impedida, que seguía la actuación de los procesionarios con un folleto-guión. La señora y los familiares que la acompañaban, además de ser sumamente amables, nos informaron que eran de Guadalajara (lo que nada tiene que ver, me parece)…
14 JULIO 2013
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