…El mismo día, minutos más tarde: las primeras fotografías las hice de rodillas, asomándome por uno de los lados de una rueda de la silla (la señora de la silla tenía un pomposo sombrero que me impedía la visión por arriba). Los adoquines se me clavaban cruelmente en las rodillas. Durante un rato fui un penitente por culpas no cometidas, salvo fotografiar escépticamente el acto de fe multitudinario. Una familia de tres generaciones, a mi izquierda, tres mujeres, abuela, hija y nieta, se apiadaron de mí y me cedieron una pequeña silla de campaña, lo que alivió mi rito fotográfico sacrificial ¡qué sería de mí sin las mujeres, siempre dispuestas a ayudarme e incluso a salvarme!…
15 JULIO 2013
© 2013 pepe fuentes