…El mismo día. Y ya, por fin, todo terminó: me quedé sin película y sin «procesionarios«. A ellos, los que desfilaban tan circunspectos, todavía les quedaba la mitad del recorrido hasta llegar a la Catedral, donde guardarían la lujosa «capillita móvil» y su misterioso e insondable contenido. Pues eso, cada uno a lo suyo. Nosotros, incrédulos irreductibles, nos fuimos de bares a beber cerveza y tapear. Todos contentos, hasta los que no ríen nunca…supongo.
20 JULIO 2013
© 2013 pepe fuentes