…Más tarde (del mismo día, claro): Tobes. Allí no había absolutamente nadie. El tiempo (meteorológico) había empeorado mucho: completamente cubierto, viento desapacible, frío. El pueblo: un caserío con altas paredes de piedra y dinteles de puertas y ventanas de colosales sillares graníticos. Muy deteriorado. De ahí a Torrecilla del Ducado, que aguanta el tiempo y el abandono con sobriedad. Varias calles y carteles por doquier anunciando que estábamos en una propiedad privada, pero nadie vino a decírnoslo. Luego, unos kilómetros hasta Atienza: comida (bastante mala, por cierto) y continuación de la alegre y curiosa excursión. Por la tarde Hiendelaencina. Encuentro con una pandilla de enormes mastines de carácter tranquilo y actitud displicente que campaban por las afueras del pueblo, en la zona de las minas abandonadas. Y ya, lo dejamos ahí. Nada más por ese día. Vuelta a casa.
25 JULIO 2013
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