…Algunos días después: un poblado agrícola también y también abandonado. Al noreste. Lejos. Después de perderme durante más de una hora, como casi siempre, llegué. Eran las doce de la mañana. Di vueltas y vueltas sin encontrar el espacio idóneo; me lo temía porque el lugar lo conocía del año pasado y tampoco me resultó propicio: no fotografié. No obstante, este año, no quería abandonar sin explorar el sitio palmo a palmo. Poco antes de rendirme encontré una pared de una habitación que me pareció adecuada. Descargué la impedimenta y comencé a trabajar. Llené la habitación de equipo y objetos. Estaba seguro de que no había nadie en los alrededores. Cuando más concentrado e intenso estaba, enfrascado en una escena difícil, de pronto, sentí una corriente de aíre que emanaba de una presencia extraña que antes no había percibido y me sobresalté, miré hacia el fondo y allí estaba, un tipo apoyado en el alfeizar de una ventana, mirando socarronamente mis «tonterías». Di tal respingo que el individuo se apresuró a tranquilizarme diciéndome: -no, no se asuste- sólo estaba mirando lo que hacía. Al parecer llevaba un buen rato observándome sin que me percatara…
27 JULIO 2013
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