28 JULIO 2013

…Llevaba una hora y media en el poblado y en ningún momento presentí la presencia de nadie, sin embargo, el hombre espía, llevaba siguiéndome desde que llegué, según me dijo. No resultó peligroso, simplemente era un jubilado que había ido a coger moras y además, inesperadamente, se encontró con el entretenimiento de poder espiar a un incauto y desprevenido fotógrafo «creativo«. Me cogió confianza y entró en la habitación donde yo estaba afanándome en lo mío. Allí me ofreció algunas de sus ideas sobre sociedad, política y el modo de invertir fortunas «opíparas» para convertirlas en más «opíparas» todavía. No sabía qué hacer, si invitarle a que participara como extra de lujo en mi improvisado plató, recoger y largarme maleducadamente, o tirarme de los pelos que no tengo. Opté por mostrarme escéptico con lo de las inversiones «opíparas» mientras recogía frustrado mis cachivaches. La magia y la concentración se habían ido al garete. Últimamente noto muy buen «rollo» con los jubilados y debe ser porque me perciben como uno de los suyos; y claro, coño, es que lo soy. No sé si debo reclutar algunos en un hogar de los suyos para que me acompañen en mis aventuras o ir todos los días a pasar el rato entre ellos. Al fin y al cabo todos estamos en lo mismo: esperar a que el muy próximo final nos coja entretenidos en algo.