Después de Emmet Gowin: Edward Weston y Harry Callahan. Tenía mucho interés en ver copias originales de ambos. La muestra estaba concebida a modo de itinerarios paralelos técnica y temáticamente. La diferencia de tiempo en la realización, poco más de veinte años, no era significativa. En ambos se daba un denominador común que no era otro que la búsqueda constante de una expresión nueva. Weston más volcado hacia la forma y Callahan a través de una mirada más subjetiva, más introspectiva, más poética. La muy acertada y cuidadosa puesta en sala de Laura González elevó la muestra a la categoría de -perfecta y gozosa ceremonia fotográfica-. Las fotografías se ofrecían perfectamente ensambladas, lo que acentuaba las sutiles pero perceptibles diferencias entre ambas miradas. Weston me resultaba pulcro y perfecto y a pesar de la sensualidad acariciadora de su mirada, su mundo no siempre me llegaba plenamente. Sin embargo, a Callahan, le percibí intensamente; sus fotos se acoplaban en mi retina y ánimo con toda naturalidad, como si siempre hubieran estado ahí. Le sentía muy cerca de mi anhelo estético y fotográfico. «El misterio no está en la técnica fotográfica, está en lo que hay dentro de cada uno de nosotros». Harry Callahan.
17 AGOSTO 2013
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