No fotografío a favor ni en contra de nada ni de nadie. Sólo fotografío porque sí y, probablemente, porque a estas alturas a mi nada me parece digno de ser defendido. Ni atacado, explicado o divulgado. No fotografío a favor del tiempo consumido ni del que está por venir. Tampoco me interesa la melancolía, ni la actualidad, sobre todo la banal y latosa actualidad. Tampoco la política y los negocios de las gentes. Solo me gusta el absurdo y las rutinarias adicciones. No fotografío para fijar y dar cuenta del envoltorio previsible de la realidad, y tampoco de la irrealidad, porque esa siempre viaja conmigo. Me interesa, pero poco (aunque no sepa vivir sin lo uno ni lo otro), la propia fotografía y el arte en general. Ni siquiera me importa demasiado que las cosas me salgan bien o mal, porque a nadie tengo que dar cuenta de nada. No tengo ninguna misión encomendada. Ah, y al mundo le importa una mierda lo que yo pueda pensar sobre nada. Simplemente, no existo. Por si fuera poco, me parece que los proyectos, los anhelos, la transcendencia, el éxito, el fracaso y algunas cosas más, aparentemente importantes, son ridículos y efímeros. Pero no, no soy un nihilista, porque sí me importa el dinero, aunque no estoy dispuesto a mover un músculo para conseguirlo; luego quizá lo sea, pero eso sí, tonto de remate. A partir de una cierta edad, poco antes del final de esta larga y absurda broma, solo hay dos caminos posibles: la imbecilidad o la locura. Cada día procuro eludir la primera pero, a pesar de mis denodados esfuerzos, a la segunda no consigo llegar ¿Qué será de mí?…
28 SEPTIEMBRE 2013
© 2013 pepe fuentes