SEGUNDO DÍA: Buscaba unas viviendas y cuadras subterráneas. Recorrí los términos municipales de tres pueblos, sin éxito. Pasé delante de tres museos: del Botijo, del Silo, y el de la Tía Sandalia, el más atractivo, sin duda (algún día volveré), sin prestarles atención. Cuando busco algo no tengo otra cosa en la cabeza y a veces ni eso. Naturalmente, el enclave estaba en pleno campo manchego y apenas contaba con referencias. Sólo me movía con dos palabras clave: camino y cueva. Después de dos horas el GPS me situó en una localización que me podría servir: -camino de la cueva del cabrero-. Avancé por el irregular camino y después de dos o tres kilómetros una bifurcación; instintivamente giré a la derecha y trescientos metros más adelante, allí estaba, una amplísima cueva con varios pasillos, espaciosas salas alargadas y habitaciones. Fue un gran hallazgo, sorprendente, sólo que, curiosamente, no era la que buscaba. Aunque se me había hecho muy tarde, la reconocí despacio; sólo hice esta fotografía…
8 OCTUBRE 2013
© 2013 pepe fuentes