…Después de realizar esta otra fotografía en la casa omnipresente, reinicié mi tormentosa búsqueda. Fueron pasando las horas y nada. A las dos de la tarde mi desesperada decepción me ahogaba. Inaudito -me decía- no es posible que sea tan incompetente. Tenía medios tecnológicos, un mapa, que por cierto no me servía de nada porque no traía los caminos por donde me apuraba más y más, transitaba por la zona donde se encontraba el enclave, nadie me molestaba, pero al lugar no llegaba nunca. Mi coche negro había cambiado al blanco –polvo de los caminos a ninguna parte-. El torpe navegador no tenía el nombre del sitio en sus tripas. A veces tenía que dar la vuelta porque el camino se acababa. Mi terquedad no; la reflexión era sencilla: si me rindo me sentiré fatal y además tendré que volver. Y entonces seguía y seguía, atolondradamente…
16 OCTUBRE 2013
© 2013 pepe fuentes