El primer día de este año dije en este diario: «El nuevo año que comienza, sospecho que no llegará a ser tan bueno para mí como el anterior. No, seguramente no. Lo único importante es que la enfermedad y la muerte se mantengan lejos de mí y de los míos». Y sí, así ha sido, salvo que la enfermedad se asomó durante un rato, inesperada y traicionera, pero optó por retirarse amablemente porque en definitiva nos habíamos portado bien. Todavía no nos la merecíamos. En cuanto a lo demás: la fotografía, el arte, las relaciones familiares y sociales, nada en especial, todo ha resultado previsible, sin relevancia ni brillo. Esencialmente mi vida, este año, ha sido como conté el último día del año dos mil doce, respecto a ese año; aunque quizá algo más plana, gris, sin relieves y apenas texturas. No, tampoco este año me ha llegado la gloria, como era lógico y ya sabía. El treinta y uno de diciembre de dos mil doce escribí un largo texto resumiendo el año. Este no merece la pena, sería una copia del otro. La buena noticia es que al menos no ha habido tropiezos graves y eso ha estado bien. Ya está, se acabó, un año menos por vivir.
31 DICIEMBRE 2013
© 2013 pepe fuentes