Dedicado a mí mismo:
Soy anacrónico
todos los somos.
Es la funesta ley del tiempo.
Me constituyen, esencialmente,
las partículas olvidadizas de lo vivido:
inciertas y temblorosas;
inaprensibles y efímeras.
Hoy, ahora, me descompongo en la bruma
de la cadenciosa y repetitiva inmediatez,
luego solo soy inconsciente fugacidad.
Mañana moriré y todo habrá acabado sin terminar,
pavorosa e inauditamente fugaz