…Crucé despacio el paseo del Miradero, sin apenas mirar nada; bueno sí, un poco, pero levemente. Enseguida desemboqué en una calle estrecha, y luego por más y más calles; giraba a izquierda y derecha sin propósito, caprichosamente, sin motivo, porque sí. Ni siquiera la memoria actuaba, me parecía, pero era mentira, porque a todas horas vive sobre mí y dirige mis pasos en esa ciudad, aunque no quiera, por eso me desasosiega y desagrada pasear por ella. Jodidos y tristes recuerdos, siempre sombríos e infelices…
14 FEBRERO 2014
© 2009 pepe fuentes