…Sigo con el azaroso itinerario: hasta el momento, apenas me había encontrado con gente y eso estuvo bien, tranquilizador, al menos mientras el azar me llevó por calles solitarias; luego, cuando llegué al centro, mi estado de ánimo se estropeó fatalmente, al cruzarme con gentes que llevaban consigo ensordecedores ruidos del pasado. Marchas fúnebres emitidas por cuerpos envejecidos, ojos cansados y almas aburridas (estoy con ellos en todo, pero no me gusta). Cuánto malestar y frustración me provoca la ciudad por ser tan próxima y tan lejana; tan deseada pero huidiza e inaccesible siempre. Nada es posible ya entre nosotros. Todo está acabado.
17 FEBRERO 2014
© 2009 pepe fuentes