18 FEBRERO 2014

© 2007 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2007
Localizacion
Estudios Universal (Los Ángeles, EE.UU.)
Soporte de imagen
-120 MM.- ACROS 100
Copiado máximo en soporte baritado
2
Fecha de diario
2014-02-18
Referencia
2683

DIGRESIÓN TRES (y media). Ayer una película más (casi todas las noches una). Es una estupenda forma de acabar el día. Nada de salas de cine, porque ahora, para mí, son demasiado molestos los rituales y circunstancias: cumplir horarios, comprar entradas, sentarte entre desconocidos. Mejor y más cómodo, ver películas en mi casa, sin tener que soportar la durezas de la vida socializada. Molestias, inconvenientes y gentes solo puedo arrostrarlos por el teatro, siempre que puedo y la cartelera me lo permite (mi gusto por el teatro aumenta incesantemente). Bien, basta ya, a lo que iba, no vaya a ser que este escrito sea una digresión, de una digresión, de una digresión, la película: El último concierto, guión y dirección de Yaron Zilberman (2012). Qué cuenta? Pues nada menos que la manera de afrontar el ocaso, los amores imposibles e imprescindibles, los segundos planos vitales, la sensación de fracaso, los inspirados arrebatos, el espíritu creador, la belleza, y todo oficiado en una continuada ceremonia de la interpretación musical, como una excelsa y apasionada epifanía existencial. Colmada de belleza. Me está saliendo una digresión un poco pedante, pero en fin, así me salen a veces las cosas (y las digresiones). Mientras escribía, he echado un vistazo a las referencias críticas de la película (que no conocía, porque la elegimos por el título y los intérpretes, soberbios por cierto) y compruebo que, a Carlos Boyero (mi oráculo cinematográfico), le había gustado, aunque con algún reparo; y a otros también, por ejemplo, Andrea G. Bermejo dijo: «la metáfora que construye es tan bella y atinada que te costará sacártela de la cabeza». Tenía razón, porque me he despertado a las cinco de la mañana pensando en la película y hasta que me he levantado (6:15) no he dejado de hacerlo, y lo primero que he hecho es ponerme a escribir esta digresión, inacabable a estas alturas, y eso que de la película como obra cinematográfica ni siquiera hablaré (no es asunto mío)…

Pepe Fuentes ·