…Cuando mi padre me contó a solas, tres días antes de morir, –he visto venir a la muerte-, me lo dijo tranquilo y sereno, como si no pasara nada. Mi padre, que el otro día habría cumplido ochenta y siete años, y ya lleva treinta y seis muerto, no fue nadie en la vida, en el mundo quiero decir, no hizo nada para ser recordado porque, inteligentemente, eso le traía sin cuidado. Claro, todos los que le conocieron lo han olvidado ya, salvo yo, me parece, pero con esa frase y el gesto de tranquila indiferencia que la acompañó, de inmensa sabiduría, salvó toda su vida de perdedor, en un instante…
25 FEBRERO 2014
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