10 MARZO 2014

DIGRESIÓN DOS: 2.3. Breaking Bad. Cuál es el porqué de este desatado entusiasmo? No, no es solo uno, sino varios. Para empezar, el protagonista, Walter White, increíble e intensamente interpretado por Bryan Cranston. Situarme en la piel de Walter, a mi edad cercana a la suya, es sencillo, porque, al parecer, él ha llevado una vida plana, anodina, sin textura vital, salvo dar unas clases magistrales de química. Le diagnostican un cáncer terminal, por edad a mí me lo podrían detectar un día de estos; pero no hay más parecido porque Walter es un individuo con una inteligencia prodigiosa, yo, sin embargo, soy medio gilipollas, y además él es un antihéroe que se redime transformándose en héroe valiente e infatigable que nunca se cansa de serlo. Sostiene una ambición apasionada próxima a la codicia, a la enajenación. Es ahí, precisamente, donde el personaje me ha dejado boquiabierto: de bueno, inmensamente bueno y algo tonto, pasa a ser malo, pérfidamente malo, o no, o todo lo contrario, porque sus acciones son impecables y coherentes, bondadosas la mayoría de las veces. Imprescindibles. A mí, éticamente, Walter no me ha molestado, todo lo contrario, es mas, cualquiera del resto de los personajes, especialmente Hanck (el dichoso cuñado), me parecen miserables comparados con él; quizá con la excepción de Mike, personaje temible y consistente, fiable y soberbiamente perfilado e interpretado…