23 MARZO 2014

© 2014 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2014
Localizacion
Feria de arte Arco. Madrid (España)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (6400)
Fecha de diario
2014-03-23
Referencia
6881

PS. (sobre Arco). Ah, una vez revelados los tres rollos de película que hice (otros años he expuesto el doble) me he tropezado con una imagen de una obra de Bernardí Roig, siempre fotografío algo de este autor porque sus creaciones suelen ser muy efectistas y bien alumbradas, con tubos fluorescentes y todo. Qué sería de este artista sin el invento de esta fuente luminosa, cuyo uso comercial hizo posible George E. Inman en 1938 (esto último lo he encontrado en la Wikipedia). Lo digo porque en todas sus obras, que yo haya visto, están estas sencillas y populares fuentes de luz. En el colmo del absurdo me pregunto, cuando este autor vende una obra hace un descuento por la reposición de los tubos que se fundan durante los próximos cien años, o ya suministra una caja con cincuenta tubos, por ejemplo, porque, y si los dichosos tubos dejan de fabricarse? Joder qué problema. Imagino al feliz poseedor de una obra suya diciendo a su mayordomo: -Bernardo, vaya usted a la ferretería a comprar un tubo fluorescente que se ha fundido el del artilugio de Bernardí. Ah, y cuando lo cambie déjelo apagado, así durará más. ¡Vaya lata!-. No, no ironizo a costa del famoso Bernardí, sino que la vida es así de prosaica, porque a mí lo de Roig me gusta mucho por los hallazgos luminotécnicos de sus creaciones, tan ocurrentes siempre. Aunque los procesos de construcción de sus obras parezcan sencillos, ésta de hoy, por ejemplo, cualquier iletrado (quizá yo) piense que duró en torno a cinco horas, a saber: Roig la soñó exactamente a las siete de la mañana, en el inconsciente duermevela previo a despertarse; se levantó, desayunó café con leche y galletas (u otra cosa, que eso no lo sé), tomó su coche, se acercó a un campo próximo, cogió la rama que estaba allí, abandonada, volvió a su taller y con los tubos fluorescentes que ya tiene comprados, montó y cableó el dispositivo artístico. Listo, las once y media y todo terminado. Bueno, pues no son así las cosas; eso podemos pensar los ignorantes que no sabemos nada de arte de vanguardia, porque lo cierto es que para llegar a esa prodigiosa síntesis objetual, Bernardí ha tenido que recorrer un largo camino reflexivo-filosófico sin el cual esa obra nunca habría existido. Seguro. Y si no, para mejor refutación de mis insostenibles especulaciones, me remitiré a una de las incuestionables pruebas intelectuales que sostienen sus procesos creativos y que ya cité (no estoy seguro del todo) en este diario hace tiempo, de mucha enjundia por supuesto, y que repito hoy: «No me creo escultor, sólo hago imágenes, y considero una imagen como un incidente en el umbral de visibilidad. Como un coágulo de experiencia incomunicada que nace de la espuma del inconsciente». Bernardí Roig

Pepe Fuentes ·