…A lo que iba, ahora casi todo el tiempo leo novelas, buenas eso sí, me parece. Pero elegir buenas novelas es fácil, están ahí, al alcance de todo el mundo, el mérito es de los novelistas. Las novelas me proporcionan un antídoto contra el dolor del fracaso (también el escolar, de hace tanto tiempo ya), de no encontrar la nada y fotografiarla y del inexorable paso del tiempo. Ah, y leyendo novelas, además, disfruto con las frases que encuentro en ellas, muchas, perlas de sabiduría. Ligeras, etéreas, profundas, dramáticas, de todo tipo y orden, pero siempre importantes y bellas. Yo como el maestro Enrique Vila Matas: «No importa donde las descubra. Las citas literarias, si las intuyo útiles, me las quedo de inmediato». Él las lleva a un documento Word que titula Manual del futuro; yo también hago lo mismo, aunque el mío solo se llama: Citas, pero es porque yo no tengo futuro. En realidad, más que ser un fotógrafo de los que encuentran retazos de realidad y como prodigiosos alquimistas los convierten en arte, a veces bello y a veces no, fragmentos de la vida, o hasta el génesis (como Sebastiao Salgado), yo, lo que hago razonablemente bien, es encontrar frases en las novelas, pero esas no se fotografían se escriben (por eso este diario). A ver, una de las últimas, de ayer mismo:«Hock sonrió, porque cumpliría sesenta y dos años, una edad en la que no se producen cambios trascendentales sino sólo discretas mermas». En Lower River. Paul Theroux
7 MAYO 2014
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