…Lo cierto es que tampoco he leído tantas novelas; no, no soy de esos lectores voraces, inauditos seres que les alcanza el tiempo para todo, que tienen bibliotecas de veinte o treinta mil volúmenes; o diez mil, que ya son. No, ni mucho menos es mi caso. No he contado mis libros pero deben ser en torno a cinco mil, de los que no he leído ni la quinta parte. Además, con dudoso aprovechamiento, porque no me acuerdo de casi nada de lo leído, por eso ahora apunto frases y frases de los que leo, para así no tener la sensación de una ominosa pérdida del tiempo, es decir de la vida. ¡Joder, que puto desastre! Y ahora qué puedo hacer con la sensación de todo ese desperdicio de tiempo y energías? Aguantarme, qué si no. De todas formas, qué coño, –algo bueno tiene que haber– me digo, porque vengo de la nada, de todos los fracasos del mundo, incluido el que ahora llaman «fracaso escolar» y he llegado a una cierta conciencia de lo que ha sido mi vida (puede parecer fácil pero no lo es, muy poca gente lo consigue, aunque eso de igual) y a construirme un corpus vital que me permita ser un tipo ocupado como un apóstol (idea del inefable Escrivá de Balaguer) y hasta ilusionado con escribir y fotografiar cada día. Y leer novelas. También vivir cerca del arte en general, lo que no es otra cosa que aspirar a crecer hasta el borde mismo de la tumba. No rendirme nunca, nunca renunciar. Algo es algo…
8 MAYO 2014
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