…Jueves, diez de abril: salí de mi casa a las ocho de la mañana, rumbo al este (últimamente siempre tomo esa dirección y claro siempre me cruzo con el sol que va en dirección contraria). Conduje con música clásica de fondo y con la cabeza vacía de pensamientos y propósitos. Mi primera parada la tenía prevista en Uclés, pero como estaba al otro lado de la carretera e iba distraído pasé de largo sin explicarme cómo había sucedido. Me consolé diciéndome: -ha sido porque la hora propicia de Uclés es vespertina-. Todo me pareció bien entonces. Seguí hacía la siguiente etapa (tenía pensadas tres), Castillo de Garcimuñoz, que me pillaba muy bien según iba. Un sencillo desvío a la derecha y llegué sin novedad. Aparqué en una explanada que hay a la entrada del pueblo, junto al castillo que estaba en reparación. Di una vuelta por el pueblo, sin cámara. Lo primero que me encontré fue un perro con aspecto de apaleado, sucio y asustado que me miraba fijamente a medida que se alejaba temerosamente. Como no llevaba la cámara no lo fotografié. Fui tomando calles al azar, según me parecía. Pronto lamenté no llevar la cámara conmigo. Volví a por ella…y desemboqué en la plaza del ayuntamiento, fotografié el reloj porque parecía estar parado (eran las once) pero luego pensé que quizá no, que como allí parecían ir las cosas despacio, quizá solo fueran las siete…
13 MAYO 2014
© 2014 pepe fuentes