…DIGRESIÓN DOS (Post Scríptum): …Curiosamente, unos días después de escribir mis impresiones de ayer sobre la obra teatral: El arte de la entrevista, bastante desfavorables por cierto, me encontré con la crítica de verdad de mi analista teatral de cabecera: Marcos Ordoñez, al que la obra le había encantado. Me dio que pensar. A ver pepe, no te enteras de nada, no supiste ver ni de lejos lo que la obra contiene, o Marcos vio. Claro, él es sumamente entendido, un intelectual con muchos años de experiencia y yo, en teatro, el máximo esfuerzo que realizo es comprar la entrada y sentarme en la butaca a ver qué me cuentan. Por ejemplo, donde yo decía (ayer):«En la representación no hubo nervio ni sangre y las piezas se ensamblaron, si es que realmente lo hicieron, deslavazadamente»; Marcos, el experto, dice:»…y que te gane la elegancia del fraseo, el nervio, el ritmo y el humor afilado del texto, y las preguntas, y el agua oscura. Es una obra que te atrapa desde el principio, una obra de una admirable fluidez, aunque no es fácil: hay que estar muy atento, como si Mayorga nos dijera: «Estad atentos: en cualquier momento va a saltar la liebre reveladora. O la liebre falsa». A ver, pepe, piensa un poco: si, Marcos, un entendido, dice lo que dice, y si tú, por interesante que te pongas, no lo eres, por lógica e inevitable deducción, la obra era estupenda, seguro. Coño, a pesar de que me esfuerzo en entender las cosas, es que no, que no llego. Sí, pero a mí la obra, a pesar del genio de Mayorga, y la sabiduría teatral de Ordoñez, me pareció fallida, sosa y previsible. Artificiosa. Al menos me quedan las inconmovibles convicciones, quizá inspiradas por la ignorancia, pero al fin y al cabo las mías.
22 MAYO 2014
© 2013 pepe fuentes