14 JUNIO 2014

…Lo cierto es que si me atenía al más puro y sencillo sentido de la «Contemporaneidad», con fotografiar cualquier cosa hoy mismo, pues ya está, asunto resuelto: las dichosas hojitas de una planta, de aquí o de Kioto, y listo; o el río, porque también había fotografías del río, eterno y contemporáneo también. Di Corcia (como representante americano yo habría preferido a Ralph Gibson, me parece mejor relacionado con la contemporaneidad), por ejemplo, mostraba transeúntes, inadvertidos o no, que pasaban por un mismo escenario muy luminoso (supongo que esas fotografías serían suyas porque no había datos en ninguna de las mostradas). En este caso sí puede que el famoso y genial (en lo suyo) fotógrafo intentara dejarnos aquí una muestra de sus habilidades habituales. Pero claro, eso ya lo sabemos todos, que sabe fotografiar muy bien transeúntes, advertidos o no; sin embargo, los que mostraba, podían estar aquí o en Venecia, Praga o Tucson, no te digo. Por su aspecto, se ve que los transeúntes de sus imágenes son «contemporáneos», pero tanto como puede serlo un BMW (es curioso, en las fotografías de la ciudad contemporánea no había coches, que yo recuerde). Ninguna conexión visible entre los coches y la ciudad captada por los «trece fotógrafos de prestigio internacional» (exprés)…Yo, sin embargo, sí fotografié esa relación, justo con uno especialmente idóneo para expresar la «Contemporaneidad» real de la ciudad. Sí, un automóvil de antes con un ectoplasma de siempre (primer plano) que pasaba por allí y que quizá era el espíritu de El Greco que vino a saludarme y de paso a animarme en la –MISIÓN IMPOSIBLE y primaveral– en la que me había empeñado…