…Quizá, lo más «Contemporáneo» que vi en la muestra, fueron fotografías aéreas, sencillamente porque mostraban retazos de la ciudad en su geografía actual (además de por la indudable contemporaneidad de los recursos: una cámara, un avión o helicóptero y el soporte digital donde se explicitaban las visiones). Pero claro, eso no era emocionante, ni bello, ni sugestivo, ni nada de nada; solo informativo, previsible, aburrido y como mucho curioso, y tal vez ni eso. De la mañana (dos de mayo) de mis aproximaciones al evento Greco, en cuanto a fuerza y belleza, me quedo, sin duda, con las obras de El Greco: un soberbio San Sebastián, Cristo en el monte de los Olivos, las crucifixiones, y, sobre todo, las vistas de la ciudad y los retratos, todos, los apóstoles y especialmente el gran inquisidor: Fernando Niño de Guevara en 1597: más tarde, cuando le nombraron inquisidor (1600), quemó a doscientos cuarenta «herejes» y condenó a más de mil quinientos a otras penas. Menudo tipo, asesino temible y execrable canalla, que además nació aquí. Cuanto se parece el retrato de Niño al de Inocencio X, que pintó Velázquez cincuenta años después…
16 JUNIO 2014
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